domingo, 8 de diciembre de 2013

La influencia del cuerpo sobre nuestras emociones: el esquema corporal y el esquema emocional




Es sabido que las emociones influyen sobre la apariencia física de múltiples maneras, por ejemplo, el modo en que nos vestimos depende del humor, de la imagen que queramos dar, entre otras cosas . Pero muchas veces se deja de lado que también nuestra apariencia física ejerce una influencia sobre nuestras emociones; ello ocurre tanto por el propio impacto del físico sobre de la imagen que tenemos de nosotros mismos, como sobre la que los demás tienen de nosotros. Las personas son “juzgadas” o valoradas de cierta forma dependiendo de cómo lucen.
El modo de percibirse a sí mismo/a como una persona gordo/a o flaco/a, varía de una persona a otra, y no está necesariamente vinculado a criterios puramente objetivos de peso, estatura, volumen, masa grasa, ósea o muscular. Esto depende tanto de factores emocionales, físicos y del entorno.
En nuestro cerebro existe una representación de nuestro cuerpo que no sólo evoluciona en función de los cambios corporales que van produciéndose a lo largo de nuestra existencia, sino también con arreglo a los acontecimientos que emocionalmente nos afectan. O sea, en nuestra psique hay 2 mapas de nuestro cuerpo:
-Esquema corporal: está definido por el modo como se produce la llegada de los nervios y de la sensibilidad (interna y externa) al cerebro. Varía poco de un individuo a otro. Este esquema da la conciencia del propio cuerpo, pudiendo así visualizarlo, conservar el equilibrio y, gracias a sus percepciones, de dirigirlo convenientemente. Este esquema no es absolutamente proporcional en nuestro cuerpo, ya que depende del grado de sensibilidad de cada una de sus partes. Por ejemplo, el vientre y la espalda ocupan un lugar muy reducido en la representación. En cambio, la cara y las extremidades son predominantes en este esquema. Grosso modo, es la misma para todos. En el transcurso del desarrollo del niño, los planes de montaje se reactualizan constantemente. Así, a lo largo de la adolescencia, la adaptación necesaria respecto al nuevo cuerpo que se está formando explica la torpeza de esta etapa.
Algo a considerar es que las zonas grasas, al no estar inervadas, no aparecen en el esquema corporal. Si el sobrepeso duradero influye en la sensibilidad nerviosa, es posible que ello quede reflejado en el esquema corporal.
-Esquema emocional: es más específico de cada individuo. Cada parte del cuerpo está ilustrada de forma distinta, dependiendo del modo como esté emocionalmente implicada en el transcurso del desarrollo, algo así como la “imagen inconsciente del cuerpo”, la que es distinta y específica para cada individuo. Se forma a partir de nuestra propia historia, emociones, imaginario, entre otras experiencias a las que nuestro cuerpo ha sido sometido. Se va formando progresivamente: el recién nacido se percibe como un todo con su entorno, y a medida que va experimentando, empieza a diferenciar sus espacios internos y externos tal como se diferencia mentalmente de los demás, siendo este esquema emocional revisado permanentemente. Cada uno de nosotros tendrá una imagen del conjunto de su cuerpo y de sus diferentes componentes con arreglo a sus propias experiencias emotivas y de las percepciones relacionadas con éstas. El esquema emocional nos proporciona el sentimiento de nuestro cuerpo vivo, entero y con sus propias limitaciones, un cuerpo que alberga afectos y un sistema de pensamientos.
La noción de esquema emocional del cuerpo es la que nos permite comprender ciertos trastornos de nuestra consciencia como los miembros fantasmas, la anorexia, entre otros.

Extraído de “Sobrepeso Emocional: cómo librarse de él sin dieta ni medicamentos” de Stéphane Clerget.

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